La presidente Claudia Sheinbaum está convencida de seguir por el mismo camino que le marcó su antecesor Andrés Manuel López Obrador.
Morena es una apuesta por la militarización y la corrupción desaforada, que Sheinbaum seguirá favoreciendo.
Por Joel Ortega Juárez
La presidente Claudia Sheinbaum está convencida de continuar la ruta del segundo piso de la Cuarta Transformación, porque es seguir el camino de la revolución política pacífica. Ella representa la victoria de los hijos del 68.
Militantes de pequeños partidos y grupúsculos marxistas lograron consumar la continuación de la revolución interrumpida, no mienten cuando consideran al régimen prianista y neoliberal como obsoleto. Quieren un cambio de régimen, la batalla contra el poder judicial es crucial. Es el parteaguas.
Para la 4T no hay medias tintas. O se elimina un Poder Judicial podrido al servicio de los oligarcas, que operó y sigue funcionando para proteger a los delincuentes de cuello blanco, mediante la voluntad popular que dio un mandato para abolirlo a través del voto popular o triunfa el golpismo de la derecha y la oligarquía.
Es toda una estrategia revolucionaria construida con el «pensamiento marxista revolucionario» creado por Martha Harneker, Enrique Dussel, desarrollado por El Fisgón y los demás ideólogos de La Jornada que comanda Carmen Lira .
No se trata de un debate teórico, no es un torneo de citas, es simple y sencillamente la consecuencia lógica e incluso legitima de una larga ruta de victorias conseguidas bajo el liderazgo de Andrés Manuel Lopez Obrador.
No sirve de nada hacerle al tío Lolo.
Millones de personas coinciden y apoyan a Morena, a su líder y a la presidente Claudia Sheinbaum. Están convencidos que derrotaron a los neoliberales causantes de la pobreza, la desigualdad y la corrupción.
Hay algo positivo en esta visión, no continuar por el camino que llevó al país a la crisis.
Esta manera de ver al país, no considera que esta estrategia revolucionaria fracasó en Cuba, Nicaragua, Venezuela y en cierta medida en Bolivia.
Una propuesta de cambio democrático para combatir la desigualdad, la corrupción y el desastre nacional no puede venir de la oposición oficial de las franquicias del PAN y el PRI.
Hace falta construir otro camino. El de un cambio social, político, cultural y económico, claramente opuesto al llamado socialismo real, al de la URSS, China, Europa del centro y del este, al de Argelia, Angola y de Camboya, Vietnam y, por supuesto, a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Existe gente, militantes, corrientes, grupos con esa mirada. No lo vemos en ninguna corriente actual. Quizá por ello la inmensa mayoría de los simpatizantes del movimiento comunista apoyan a Morena.
No se requiere gran sabiduría para saber que ese camino conduce a la dictadura y al hambre.,
La campaña derechista contra Morena, la favorece y no ayuda a entender su carácter reaccionario.
Es hora de no extraviarse y retomar el rumbo libertario. Morena es una apuesta por la militarización, la corrupción desaforada, la sumisión a los gringos y la entrega del país a los narcos. Es el camino a una violencia con más muertes, desapariciones, masacres y ejecuciones que una guerra.
Resurgirá de las cenizas la utopía libertaria o se impondrá la barbarie que destruirá al planeta.
No hay que esperar una epopeya mágica, una toma del palacio de invierno, las pequeñas luchas cotidianas están aquí y ahora derrotando a las políticas dictatoriales de Morena. Todo el plan C, las purgas en los medios, el tope salarial, las masacres, el narco poder en Sinaloa, Guerrero, Chiapas y en casi todo el país.