El Departamento de Justicia desestimó por completo las acusaciones por corrupción que pesaban contra el alcalde de Nueva York, Eric Adams
El respaldo de Trump al alcalde de Nueva York ha generado preocupación entre los expertos legales, quienes consideran que sus acciones socavan la integridad del sistema judicial y el Estado de derecho.
Por Eric Berger
Nueva York — Tanto en el cine como en la vida real, Nueva York suele aparecer como una ciudad de escándalos, drama y corrupción. Pero incluso a los guionistas de Hollywood, tan aficionados a usar la Gran Manzana como telón de fondo, les habría costado describir los asombrosos acontecimientos que en los últimos días se han desarrollado en torno a Eric Adams, el alcalde de la ciudad.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos retiró la semana pasada todos los cargos penales que pesaban contra Adams, lo que muchos interpretan como una maniobra para convertirlo en aliado político de la Administración Trump, aparentemente decidida a remodelar el gobierno estadounidense de manera radical.
La alarma ha saltado entre los vecinos de Nueva York y los expertos jurídicos, que interpretan lo que está ocurriendo con Trump y Adams socava la democracia estadounidense y la integridad del sistema judicial.
Un alto cargo del Departamento de Justicia ordenó a principios de esta semana a la fiscal general en funciones para el distrito sur de Nueva York que archivase la investigación a Adams, que antes de alcalde había sido policía, por la presunta aceptación de sobornos y contribuciones a su campaña, ilegales por venir del extranjero. Este episodio es el más reciente de un mandato que está siendo dramático para el alcalde más conocido de Estados Unidos.
Miembro del Partido Demócrata, Adams ha ido derivando hacia la derecha, especialmente después de que se presentaran las acusaciones contra él y de que Trump saliera elegido presidente. En una Nueva York firmemente proclive a los demócratas, Adams es percibido ahora como aliado de Trump. El alcalde incluso ha coqueteado con la idea de pasarse al Partido Republicano.
Desde que fue procesado en septiembre, Adams se ha acercado en varias ocasiones al presidente. Lo visitó en su complejo turístico de Florida y se saltó los actos programados en Nueva York por el Día de Martin Luther King Jr. para poder acudir a la investidura de Trump en Washington.
Según varios analistas, Adams descuidó sus responsabilidades como alcalde para conseguir el indulto del presidente. Sostuvo que no había conversado con Trump sobre su situación jurídica y dijo que lo que habló con él fue por el bien de la ciudad.
Cualesquiera que hayan sido las intenciones de Adams, Trump parece estar echándole un cable ahora, abonando la idea de que el presidente despreciará las reglas del Estado de derecho si eso le conviene políticamente.
Según Stephen Gillers, profesor de ética legal en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, la Administración Trump está “dispuesta a usar su poder para beneficiar a sus personas preferidas, en la medida en que pueda hacerlo sin polémica, o incluso con polémica”. “Es una decisión verdaderamente agresiva por parte del Departamento de Justicia y una postura indefendible”, dice.
La vida alegre del regidor
Elegido alcalde en noviembre de 2021, Adams ya era criticado antes del procesamiento debido a los antecedentes penales de varias personas de su círculo íntimo. Entre otras quejas, los vecinos también le criticaban que participara tanto de la vida nocturna de Nueva York y que no viviera en la ciudad. “Lo veías de fiesta en clubes donde también estaban mis colegas y parecía encajar muy bien, más que en el cargo que ocupaba”, considera Maedot Yidenk (27), una neurocientífica de Seattle que ahora vive en el barrio de Bushwick, en Brooklyn
Cuando lo acusaron, Adams dijo que la Administración de Joe Biden iba contra él por haber criticado la política migratoria. La fiscalía explicó que la investigación había comenzado antes de que Adams atacara al gobierno federal por el elevado número de inmigrantes que llegaban al país.
Trump coincidió con el diagnóstico de Adams y dijo que sopesaría indultarlo. Pero lo que el Departamento de Justicia busca ahora es que se desestimen por completo las acusaciones. Según el fiscal general adjunto en funciones, Emil Bove, los fiscales del [anterior] gobierno federal “pusieron en riesgo la integridad del procedimiento dándole publicidad previa al procesamiento y al juicio” y “restringieron de manera indebida” la capacidad del alcalde para “dedicar toda la atención y recursos a la inmigración ilegal y a los delitos violentos que las políticas del gobierno anterior habían hecho crecer”.
Argumentar que la fiscalía ha impedido a Adams hacer su trabajo es “ridículo”, dice Gillers. Esto “supondría inmunizar frente a investigaciones penales y acusaciones penales a los cargos públicos, entre ellos sin duda a alcaldes y gobernadores”, razona. “Creo que la verdadera explicación es que Trump quiso desestimar la acusación para hacerle un favor a Adams, por los motivos que sean, pero haciéndolo de la manera más neutra posible”.
Aun así, Bove se ha topado con la resistencia de los fiscales, que ha desatado una tormenta en la comunidad jurídica de la ciudad. Este jueves dimitió Danielle Sassoon, la fiscal federal interina para el distrito sur y miembro del Partido Republicano. Sassoon se despidió acusando al Departamento de Justicia de dejar ir a Adams a cambio de ayudar a Trump en materia de política migratoria. Otros cinco funcionarios del Departamento de Justicia también dimitieron. “Sigo desconcertada por el proceso apresurado y superficial que ha permitido llegar a esta decisión, en colaboración aparente con el abogado de Adams y sin tener en cuenta mi opinión sobre los motivos que se alegaron para el archivo”, escribió Sassoon a Pam Bondi, la fiscal general.
Bove le respondió en una carta donde sostenía que Sassoon había promovido una “acusación políticamente motivada a pesar de que había una instrucción expresa para que desestimara el caso”. “Usted olvidó el juramento que hizo cuando comenzó en el Departamento de Justicia”, le escribió. Aunque Trump ha dicho que no ha pedido a ningún fiscal que abandonase el caso, Bove escribió en la carta que Sassoon estaba “desobedeciendo órdenes directas para implementar la política de un presidente que ha sido debidamente elegido”.
Crecen las ramificaciones del escándalo
El escándalo no se ha detenido ahí. Este lunes, la portavoz del ayuntamiento de Nueva York, Adrienne Adams, pidió la dimisión del alcalde pocas horas después de que cuatro de sus ocho tenientes de alcalde anunciaran su retirada del gobierno municipal. Otro golpe demoledor para la reputación del alcalde, cada vez más maltrecha.
Trump podía haber evitado toda estas disputas jurídicas si se hubiera limitado a indultar a Adams, como algunos esperaban que hiciera. “Si finalmente opta por eso [el indulto], la pregunta es por qué no lo hizo desde el principio”, plantea Thomas Frampton, profesor asociado de Derecho en la Universidad de Virginia. “Yo creo que quería hacer una prueba para ver cómo de obediente iba a ser [la fiscalía general para el distrito sur de Nueva York]”.
Incluso en una ciudad progresista como Nueva York, hay personas a las que no les gusta Trump (o sus intentos de controlar al Departamento de Justicia), pero tampoco están seguras de que fuera correcto acusar a Adams.
Según Stanley Brezenoff, expresidente de la Autoridad de la Vivienda de Nueva York y de la junta penitenciaria municipal, las alegaciones de que Adams había presionado al Departamento de Bomberos para que obviara problemas de seguridad y permitiera la apertura del consulado de Turquía “no eran bonitas”, pero duda de que “en sí mismas justificaran una respuesta de tipo penal”. “Puedo entender que esté buscando una manera de evitar el castigo”, cavila Brezenoff, que en las últimas elecciones no votó por Adams y todavía no sabe a quién apoyará en las primarias del Partido Demócrata de junio. “Por mucho que no me guste, no creo que pueda decirse que hay que destituir a Adams porque esté tratando de ganarse el favor de Washington y de Trump”, indica.
El ingeniero mecánico y veterano de los marines Kelly Johnson se encontraba a menudo con Adams, cuando todavía era agente de policía, paseando por Brooklyn y a través de amigos. Opina que el hoy alcalde “trabajaba mucho con la comunidad” y no tiene “nada malo que decir sobre él” y, a sus 52 años y no descarta votar por él.
Johnson es negro y agradece que Adams haya llevado a otras personas negras al gobierno municipal. En su opinión, ser solo el segundo alcalde negro de la ciudad es especialmente difícil. “Todo el mundo va a estar pendiente por la más mínima cosa que puedas hacer mal… Podrían organizar una votación para destituirte hasta por comprar un paquete de cigarrillos con fondos del gobierno”, ironiza Johnson, vecino del barrio Bedford-Stuyvesant, en Brooklyn.
La lista de candidatos para las primarias del Partido Demócrata es larga y se dice que Andrew Cuomo, ex gobernador del Estado, está pensándose entrar en la carrera. Según The New York Times, Adams se ha planteado presentarse a las primarias del Partido Republicano.
En las elecciones de 2021, Laurie Levinson votó por Maya Wiley, una exabogada del alcalde Bill de Blasio que no se presentará en las primarias de junio. “Había gente muy, muy cualificada, como Maya Wiley”, dijo Levinson, que vive en el East Village de Manhattan y está jubilada. No sabe a quién dará su apoyo esta vez. Compara a Adams con Trump y cree que el actual alcalde de Nueva York era “otro imbécil”. “Tengo muchas ganas de que lleguen las próximas elecciones a alcalde”, cuenta.
Patrick Canfield tiene 31 años, vive en Dedford-Stuyvesant, y trabaja para una empresa del sector editorial. En su opinión, Adams es un corrupto y tiene políticas que le desagradan, como la de aumentar la presencia policial en el metro. “Creo que estamos asistiendo al desmoronamiento de las instituciones estadounidenses”, reflexiona, y añade:. “Adams es solo un microcosmos de eso”.