Las votantes de Milwaukee en tres condados tradicionalmente republicanos pueden inclinar el dividido estado a favor de Kamala Harris.
Las pancartas de Trump-Vance y Harris-Walz rivalizan en los jardines de los barrios de Milwaukee.
Por María Ramírez
Una tarde más, con sus cartulinas electorales en mano, Talia Gottlieb, organizadora de campaña de 25 años, llama a la puerta de una persona desconocida para pedirle que vote. Ahora la prioridad en su lista son las registradas como demócratas en Mequon, una ciudad de 25.000 personas al norte de Milwaukee más rica, blanca y republicana.
Las casas grandes de madera de colores impecables están decoradas con elaboradas manos sangrientas, arañas gigantes y esqueletos de Halloween. Al tocar un timbre suenan unas carcajadas de película de terror. Gottlieb define el barrio como “de clase media alta”.
Al tocar una de las puertas, un hombre mayor sale despacio al rellano. Cuando la joven le ofrece una cartulina con los detalles para votar y la foto de Jodi Habush Sinykin, candidata al Senado estatal de Wisconsin, el hombre pregunta en tono aparentemente amable: “¿Es demócrata?” Al escuchar que sí, grita: “¡Iros de mi casa! ¡Todos vosotros!” y luego añade en italiano “Fascisti, socialisti… I comunisti!”. Gottlieb, sorprendida, dice un tímido “OK” y se marcha. Buscaba, en realidad, a una mujer en esa casa llamada Marina que, según la lista que tiene, es una probable votante demócrata. Tal vez el señor no lo sepa. Uno de los mensajes de la campaña demócrata es recordarle a las mujeres en zonas conservadoras que su voto es secreto.
La mayoría de los vecinos que abren la puerta son amables y algunos ya han votado. Las más efusivas son mujeres. “¡Gracias por lo que están haciendo!”, dice una de ellas, muy sonriente y que prefiere votar el día de las elecciones. Por casualidad, Gottlieb se encuentra llamando a un conocido, que le enseña orgulloso su pegatina de “He votado” que le han dado hace un rato en ayuntamiento, y que le dice que él está viendo este año más pancartas demócratas que de costumbre.
La sensación de que algo está cambiando en este condado tradicionalmente republicano anima a Gottlieb, que dejó el sector de la música para dedicarse a la política porque quería hacer algo que mejorara su comunidad y creció cerca de aquí. Hoy coordina a voluntarios que han viajado desde New Jersey, Washington y Chicago para ayudar a movilizar a los votantes de este condado clave.
Talia Gottlieb en su ronda de puerta a puerta en Mequon, Wisconsin.
Recortar distancias
Las pancartas de Trump-Vance y Harris-Walz rivalizan en los jardines en este barrio y eso ya es buena noticia para el Partido Demócrata. En el condado donde está Mequon, Ozaukee, Trump ganó hace cuatro años por 12 puntos. En 2016, le había sacado a Hillary Clinton aquí casi 20. Las ciudades de los alrededores ayudaron a Biden en 2020. En parte de Mequon ganó Biden y ahora los demócratas creen que pueden recortar distancias.
“Desde el inicio de nuestra nación ha sido un bastión republicano, pero este condado podría cambiar este año por primera vez hacia el azul demócrata”, explica la candidata local, Jodi Habush Sinykin, en un café de sillas metálicas multicolores y mesas de madera en el centro de Mequon. “Y ciertamente en mi distrito del Senado es lo que esperamos, aunque no está hecho. Esto no se acaba hasta que se acaba”. Ella aspira a ser parte de la ola entre ahora y las legislativas de 2026 que consiga darle la vuelta al control del Senado estatal, más fácil ahora por el rediseño de los distritos electorales. “Llevamos mucho tiempo esperando. Mi oponente es un extremista, particularmente en cuestiones de atención médica a las mujeres”, dice, subrayando uno de los asuntos clave que puede movilizar a los demócratas.
Pancartas electorales en Mequon, Wisconsin. M.R.
Valores
Algo puede estar cambiando, aunque el ascenso de Trump en la vida política también ha avivado la división entre vecinos. Eso siente Chaitali Dutta, profesora de 49 años y que lleva más de dos décadas viviendo en Wisconsin. Es vecina de Mequon y da clase a niños con discapacidad y otras necesidades especiales en una escuela de un pueblo a las afueras de Milwaukee en una comunidad multicultural, con población afroamericana y hmog, pueblo índigena originario de Vietnam y Laos, en uno de los estados con más porcentaje de población blanca del país.
A veces, Dutta piensa si sería el momento de mudarse a un estado “más azul”, es decir con más porcentaje de votos para el Partido Demócrata ahora que Wisconsin está tan dividido.
“Las áreas suburbanas son muy republicanas. Según pasa el tiempo y después del ascenso de Trump pienso que la diferencia es tan grande que siento que quiero ir a un estado azul simplemente para tener a gente más parecida alrededor”, explica Dutta, que cuenta que ha dejado de participar en algunas reuniones de vecinos por la brecha que ha creado Trump con su retórica. “Cuando ves que los valores son tan diferentes entre tú y el candidato y después ves a la gente que apoya a ese otro candidato te preguntas ¿cómo pueden ser nuestros valores los mismos?” Lo primero que menciona sobre qué le importa más en estas elecciones son “los valores”. Lo segundo, en términos de políticas más concretas, los derechos reproductivos de las mujeres.
Dutta, que se mudó a Estados Unidos desde India en 2001 cuando a su marido le ofrecieron un trabajo en Chicago, estudió en Wisconsin, encontró trabajo y ha criado aquí a su familia. Dice que cuando llegó a Estados Unidos durante la Presidencia de George W. Bush prefería no hablar de política en el trabajo. Ella recuerda la victoria de Barack Obama como una liberación. “De repente llegó Obama y todo se abrió. Podías hablar de cómo te sentías… Y cuando pienso que con Trump se fue en la otra dirección”.
Ahora vuelve a evitar la política con sus vecinos e incluso algunas reuniones comunitarias a las que antes iba, en parte por el cambio tras la pandemia y en parte por el ambiente tenso. “Nadie me ha dicho nada, pero cuando ves a gente que conoces en nuestro barrio poner carteles de Trump en su jardín es un mensaje claro… No me dices nada, no me has hecho nada, pero si eso es lo que defiendes entonces cómo puedes estar a mi lado”, explica.
WOW
Lo que pase el 5 de noviembre depende en especial de mujeres de este condado y de los que están al lado. Wisconsin se decide por un puñado de votos en un estado con uno de los niveles de participación femenina más altos del país y donde, como en otros, hay brecha de género en intención de voto entre hombres inclinados hacia Trump y mujeres inclinadas hacia Harris. El 76% de las mujeres con derecho a voto participaron en las elecciones presidenciales de 2020, casi ocho puntos por encima de la media nacional y también cinco puntos más que los hombres en Wisconsin, según los datos del censo. La brecha de género puede ser la mayor en unas elecciones.
En el caso de Wisconsin, Harris lidera las preferencias de las mujeres por el 59% frente al 41% y Trump, el de los hombres por el 57% frente al 42%, según la última encuesta de intención de voto de la Universidad Marquette de Milwaukee. A eso se le une la brecha por educación: entre las mujeres con estudios universitarios, la diferencia a favor de Harris es de 36 puntos, mientras que entre las que no los tienen es de dos. En el caso de los hombres, los votantes con estudios universitarios están divididos y los que no los tienen favorecen a Trump por 20 puntos.
La división entre el voto muy demócrata de Milwaukee y Madison y el voto muy republicano de las zonas rurales está muy marcado, y una de las batallas está en pequeñas ciudades de las afueras como Mequon. Y aquí las mujeres son especialmente clave.
El de Mequon es uno de los condados conocidos ahora como WOW por las siglas de sus nombres, Waukesha, Ozaukee y Washington. “Son condados que se desarrollaron en los años 60 y 70. Históricamente, estos han sido sólidamente republicanos. Pero se han inclinado notablemente hacia los demócratas. Siguen siendo mayoritariamente republicanos. Pero es el 60% en lugar del 80%”, explica a elDiario.es Jonathan Kasparek, profesor de Historia de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee. “La mayoría son votantes republicanos, pero no están entusiasmados con Donald Trump. Están preocupados por los derechos reproductivos. No es que esos condados vayan a pasar del rojo al azul, pero en unas elecciones realmente reñidas, si hay 10.000 votantes republicanos menos, esa será la diferencia”.
Para los demócratas, sigue siendo clave la participación en Madison, ciudad universitaria y sede de empresas en el condado que más ha crecido de Wisconsin, y Milwaukee, ciudad postindustrial, más pobre y con lazos históricos con los demócratas por los sindicatos en declive. Pero la tendencia en las zonas suburbanas puede inclinar la balanza de manera inesperada.
Dutta también comenta que este año está viendo algún cartel de Harris y algo menos de Trump. Pero dice que la mayoría de los que llaman a su puerta son voluntarios o candidatos republicanos. También le mandan sin parar propaganda a su hija de 19 años, que va a votar por primera vez.
Desde 1988 hasta 2016, en Wisconsin siempre habían ganado los candidatos demócratas a la Casa Blanca, aunque los republicanos también conseguían victorias locales. En 2016, de manera inesperada para los encuestadores y gran parte de votantes, Wisconsin fue uno de los estados del Medio Oeste que le dio la victoria a Trump. Fueron unos 22.000 votos o siete décimas a favor del republicano y en contra de Hillary Clinton, pero marcaron la diferencia con Michigan y Pensilvania. En 2020, Biden ganó este estado por un margen todavía más estrecho, unos 20.000 votos o seis décimas. Las encuestas muestran ahora una ligera ventaja a favor de Kamala Harris, pero la incertidumbre es especialmente grande en este estado donde los encuestadores reconocen estar especialmente nerviosos porque se suelen producir los mayores errores.
Cómo puede estar tan ajustado es parte de lo que Dutta no entiende cuando el candidato republicano es alguien “que habla y se comporta de esa manera”. Su apoyo a Harris reconoce que en parte se debe a que “ella no es él”. A Dutta le gustaba Joe Biden y estaba “nerviosa” por el cambio. “Pensaba en lo que le pasó a Hillary y que tal vez este país todavía no esté preparado para una candidata mujer. Y ya no digamos la herencia afroamericana o asiática. Pero cuanto más la veo, más pienso que está haciendo un gran trabajo”, dice Dutta, que sabía poco sobre Harris hasta ahora y en anteriores primarias demócratas había apoyado a Bernie Sanders. Le importa que sea mujer, que defienda el derecho al aborto y los derechos reproductivos, pero, para ella, no es especialmente importante que compartan herencia cultural india. “Es un bonus agradable. Pero no creo que sería el factor clave para mí”.
El cambio
Serena Weber, vecina de Mequon que se dedica con su marido al mercado inmobiliario, ha notado movimiento en estas elecciones. “He visto personas que eran partidarias incondicionales de Trump que dicen que ya han visto suficiente”, explica antes de entrar en el ayuntamiento para votar por anticipado. “Estoy en un club de lectura con 10 ó 12 mujeres y hablamos de política todo el tiempo, de cómo podemos marcar la diferencia”, cuenta.
“Hay todavía personas para las que no importa lo que haga Trump. Tiene razón: podría dispararle a alguien y aún así podría ser elegido. Pero sí, he visto a algunas personas cambiar de opinión y decir, ¿sabes qué? Esto ha ido demasiado lejos”.
Weber llega con su marido, Les Simon, que trabaja con ella en el negocio y describe su barrio como ideológicamente “mixto”. “Hay opiniones encontradas. Ves muchos carteles de Trump y muchos carteles de Kamala Harris. Serán unas elecciones muy reñidas”, dice Simon. “Definitivamente soy anti-Trump, creo que haría retroceder significativamente a nuestro país en muchas áreas”.
“El problema es que las personas que estaban con él cuando era presidente y le impidieron tomar algunas decisiones muy malas, ya no están ahí… Había frenos”, dice Serena Weber, que menciona los derechos de las mujeres y la decisión del dueño del Washington Post de no apoyar a nadie para la carrera presidencial en contra del criterio de la redacción y el equipo editorial. “Jeff Bezos tiene miedo. Piensa, ‘Ay dios mío. Si voy en contra de Trump y tengo contratos gubernamentales, me los quitará’. Le tienen miedo. ¿Qué clase de presidente es ése?”. Justo antes de entrar a votar, Weber dice: “Debemos proteger la democracia. Parece que a la mitad de la población ni siquiera le importa”.