El presidente Andrés Manuel López Obrador no se irá a su rancho La Chingada; hoy quedó claro con la Marea Rosa que si lo hace, Morena se extingue.
El nerviosismo de López Obrador y Morena se hizo evidente con la Marea Rosa en defensa de la República.
Por Jorge Octavio Ochoa
La “Marea Rosa” fue el último recurso de reproche ciudadano al régimen de la 4T. Y se impuso. El nerviosismo de Morena, y en particular del aparato gubernamental federal y local de la CDMX fue evidente.
El plantón de la CNTE se mantuvo por órdenes expresas de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde y claro, de López Obrador. El gobierno de la ciudad mantuvo ficticiamente la contingencia ambiental, para afectar el flujo de participantes. Aún así la molestia ciudadana se sintió. Ahora, es más claro para la ciudadanía que Morena y sus partidos satélite PT y PVEM, buscan regresar al presidencialismo brutal y al partido de Estado.
Millones de mexicanos se dieron cita en todo el país, sin incidentes violentos ni cierre de negocios. Quedó patente el hartazgo. Es evidente que millones de ciudadanos no reconocen a ALITO, MARKITO y CHUCHITO como líderes de nada, ni de sus propios partidos.
Es, simple y sencillamente un “Hasta Aquí” a los abusos, a las ocurrencias, al dispendio en obras mal planeadas, levantadas con el 80% de asignaciones directas. Por todo esto, el debate ya sólo fue el colofón, porque desde la mañana se vio la molestia de los ciudadanos, sobre todo de los adultos mayores.
La arremetida directa de Xóchitl Gálvez contra Mario Delgado fue demoledora. Anunció que existe una carpeta de investigación en Estados Unidos contra él. Mario Delgado lleva más de un año guardando silencio al respecto y la candidata no tuvo argumentos durante el debate. Si hubiera difamación, la demanda estaría preparada, pero no la habrá.
En suma, el oficialismo está nervioso, profundamente nervioso. No por nada Sheinbaum decidió centrar el cierre de su campaña en la Ciudad de México. Peor aún cuando, en los hechos, se ve a las claras el regreso paulatino de lo más podrido del sistema político mexicano.
De hecho, de los 9 candidatos a gobiernos estatales, ni uno sólo es de origen natural de Morena o PT. Todos, SÍ, todos, son de origen del PRI o PAN. En este sexenio, todas las miasmas del PVEM, PT, ex priistas, ex panistas, ex perredistas se reacomodaron y estarán presentes en el Congreso de la Unión.
Sin embargo, en esta evaluación, también es justo hacer una autocrítica. La prensa, los medios de comunicación hoy vuelven a sus orígenes. Aquella prensa dócil, servil, de la época del PRI omnímodo, empieza a reaparecer al influjo de nuevos “convenios” de publicidad. Los rotativos llamados “nacionales”, parecen plegarse en torno a la candidata oficial, y las encuestadoras dan cifras inverosímiles.
Terminadas estas elecciones, será necesario hacer un análisis profundo de dichas empresas, porque los márgenes de error seguramente serán abismales. Es cierto, el sexenio de López Obrador dejó exhaustos y moribundos a muchos medios, con números rojos, recortes de tiraje y de personal.
Ahora les han prometido nuevos contratos. Quizá esto explica el extraño viraje no sólo entre los medios, sino también entre los comentaristas y columnistas. Por eso ahora se ven imbuidos de una especie de ingenuidad, se suman en apoyo de Claudia Sheinbaum, bajo la creencia de que AMLO se irá mansamente.
No, esto no va a ocurrir. Andrés Manuel López Obrador no se irá a La Chingada. Él tiene perfectamente claro que, sin él, su “movimiento” simplemente dejará de existir. Son varias las evidencias que demuestran esta afirmación, principalmente el proceso de descomposición de Morena, que se ha dado con una rapidez inusitada.
AMLO ofreció mantos de impunidad con embajadas, gubernaturas, diputaciones, senadurías. Todos se unirán en torno a Sheinbaum. Por eso Morena es su arma. La revocación de mandato es la navaja de dos filos. Claudia no es, ni remotamente, una líder social como lo fue aquel, que construyó su arrastre durante más de 20 años.
Él no se irá porque además, su vulnerabilidad sería inmensa una vez que pierda el fuero. Muchas son las carpetas que se pudieran abrir contra él y sus hijos. Por eso él nunca dejó de hacer propaganda, y lo ha hecho hasta los últimos días previos al proceso electoral más grande en la historia de México.
Para AMLO es un momento, más que fundamental, fundamentalista, para profundizar en la idea de un cambio de conciencia a favor del pueblo. Dejará una institución presidencial más que omnipotente, con un sistema de partido único que domina 22 gubernaturas y la mayoría del Congreso.
Buscará ahora, desde la figura de Revocación de Mandato, controlar todos los demonios sueltos que se desatarán en cuanto venga la sucesión. No. Él no se irá a La Chingada, las circunstancias ya no se lo permiten, so pena de llorar en algún momento la estancia de alguno de sus hijos en la cárcel.
Y no se puede ir porque incluso su entorno personal ha cambiado. Las relaciones privadas han cambiado diametralmente. Hay ausencias y silencios que parecen cada día más escandalosos. No puede permitirse el lujo de que, uno de estos días, lo descubran como un personaje inmoral.
Por todos estos factores, él se volverá desde el minuto 1 después de las elecciones, en el fiel de la balanza. En caso de que gane, Sheinbaum no será, ni remotamente, una presidenta autónoma, siempre estará a la sombra de López Obrador.
A menos que tenga pensado dar un manotazo en la mesa y convertir en asertiva esa frase: “Nosotros no venimos por ambiciones personales como lo hizo el presidente López Obrador”.
¿Qué les habrán contado en lo oscurito, en pláticas privadas, a los comentaristas, politólogos y dueños de medios de comunicación para plegarse nuevamente? ¿Les habrá dicho en secreto que ella no aceptará más directrices de AMLO? Y junto con ello, la apertura de nuevos convenios de publicidad.
Así son los medios. Al final, son negocios a los que, lo último que les importa, es el pueblo al que dicen informar.
Andrés Manuel jugó con la verdad toda su carrera. Las críticas eran correctas, el diagnóstico equivocado. Al final, él es tan sucio, o más, que aquellos a los que acusa. Ha mentido hasta el cansancio. Ni los pobres, ni los débiles, ni los desamparados, ni los puros de corazón le interesan. Él critica hasta a los que van a la iglesia.
Si el día de la elección ve que la votación supera el 60% empezará a preocuparse. Y en el momento que toquen el 62% desatará la violencia. Está dispuesto a ordenar que se declare la imposibilidad de continuar el conteo y tendría que elegirse un presidente interino.
Por eso tiene un florero en la Secretaría de Gobernación, que sólo sirve para asentir, no para resolver. De lo contrario, la CNTE no estaría en el Zócalo. La parábola cristiana marcará su destino hasta el final. Lo marcará a fuego en su epitafio histórico mortuorio, según los cánones bíblicos.
“La mentira lleva al deshonor, porque es una traición a la libertad de sí mismo o porque es una violación a la libertad y al derecho del otro”. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él”
En la vejez, ya decrépito, danzará con esos demonios. Y terminará tan sólo como la mayoría de los ex presidentes de México.