Kamala Harris ha aportado energía al Partido Demócrata y ha reunido importantes apoyos desde la aceptación de su candidatura frente a Trump.
Trump ha estado callado prácticamente, a excepción de un par de insultos triviales con los que aludió a Kamala Harris.
El nerviosismo de Trump se manifiesta en su silencio en las redes, mientras Kamala Harris recauda en un día casi 100 millones de dólares.
Por Guadalupe Lizárraga
La vicepresidente Kamala Harris se encuentra en una posición decisiva en la carrera presidencial de Estados Unidos, tras la retirada estratégica de Joe Biden y su respaldo como candidata demócrata. Harris ha demostrado una capacidad singular para movilizar recursos financieros y apoyo popular desde que asumió la candidatura que difícilmente le disputaría otro contendiente. En un lapso breve, su campaña ha recibido donaciones significativas que reflejaron un renovado optimismo entre las bases demócratas, con más de 888,000 votantes que contribuyeron generosamente en las primeras 24 horas.
Los “grassroots” de los demócratas, las bases sociales del partido con ciudadanos comunes fueron quienes de inmediato aportaron los primeros 55 millones de dólares reunidos con microdonaciones. A menos de que concluyera el día, Kamala Harris recibía otros 44 millones de dólares por la organización Voto Latino y la celebración de la presidente de la organización María Teresa Kumar.
Estos primeros apoyos económicos han dado energía al partido, cuyas perspectivas electorales habían sido desafiadas con la candidatura de Biden. Sin embargo, las encuestas recientes muestran una competencia ajustada con Donald Trump en estados críticos como Michigan, donde el ex presidente tiene una ventaja significativa. No obstante, Harris supera a Trump en significativos indicadores demográficos, como el apoyo entre jóvenes, mujeres y afro estadounidenses, incluso en votantes blancas de clase trabajadora, actrices y universitarias, que participaron en el movimiento Me Too, en apoyo a las víctimas de abuso sexual, y que son opositoras naturales a Trump, quien fue expuesto como abusador y posteriormente convicto y sentenciado por abuso sexual y sobornos a una actriz porno, además por su destacada misoginia.
La trayectoria política de Harris, en cambio, está marcada más por logros que por críticas. Como fiscal general de California ganó las elecciones y destacó en políticas estratégicas en tiempos de crisis y corrupción en los sindicatos policiales. Su papel como senadora desde 2016 le ha proporcionado experiencia legislativa y visibilidad nacional. Apoyó proyectos legislativos liberales como la legalización federal del cannabis, la posibilidad de alcanzar la ciudadanía a la población migrante y regular las armas de asalto.
Como vicepresidenta, Harris siempre mostró su compromiso y lealtad con Biden y fue clave en las negociaciones con México y Centroamérica para regular la migración masiva. Ha mostrado también su compromiso en temas como los derechos reproductivos, movilizando el respaldo de los demócratas y ayudando al triunfo del partido en las elecciones legislativas de 2022.
Por el lado de Trump
Una de las quejas del electorado eran que los candidatos eran muy viejos para conducir las riendas del país. Ése fue el principal motivo de la retirada de Biden. Ahora el viejo es Trump. Un candidato convicto, de 78 años, con 34 cargos criminales todavía por responder, y con desvaríos ególatras de ser un mesías por salir ileso del reciente atentado, no da una buena impresión ante la fuerza emergente de Harris.
Donald Trump, al respecto, solo ha mostrado nerviosismo desde el momento en que se enteró de la jugada demócrata. Optó por proferirle algunos insultos pueriles a Harris, como “loca” o “tonta” sin que realmente fuese relevante en su base electoral. Fuera de eso, Trump ha estado callado, mientras sus brillantes estrategas de campaña buscan adaptarse al nuevo desafío.