Varias características permiten diferenciar las poblaciones de hebras horizontales recientemente descubiertas con las poblaciones de hebras verticales halladas en estudios anteriores.
Un equipo internacional de astrofísicos ha descubierto recientemente una «misteriosa» población de cortos filamentos dispuestos de forma horizontal o radial, extendiéndose como los rayos de una rueda desde el agujero negro supermasivo central de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Sagitario A* (Sgr A*) está ubicado a 25.000 años luz de la Tierra.
Mediante observaciones en longitudes de onda de radio, Farhad Yusef-Zadeh, profesor de Física y Astronomía de la Universidad del Noroeste (EE.UU.), descubrió los filamentos magnéticos altamente organizados a principios de la década de 1980. A principios del pasado año, el equipo de investigación de Yusef-Zadeh reveló una imagen del centro de nuestra galaxia en la que se apreciaba casi un millar de hebras unidimensionales (o filamentos) inexplicablemente colgadas verticalmente en el espacio.
Con una longitud de hasta 150 años luz, estos ‘hilos’ se encuentran en pares y grupos, a menudo apilados a igual distancia, uno al lado del otro, como las cuerdas de un arpa. Las desconcertantes hebras se componen de electrones de rayos cósmicos que giran en el campo magnético a una velocidad cercana a la de la luz. Los filamentos horizontales, descubiertos ahora por Yusef-Zadeh y sus colaboradores, se parecen más a los puntos y rayas del código Morse, puntuando solo un lado de Sagitario A*.
Después de estudiar los filamentos verticales durante décadas, este experto en radioastronomía se sorprendió al descubrir sus contrapartes horizontales, que estima que tienen unos 6 millones de años. «Siempre hemos estado pensando en los filamentos verticales y su origen», comentó. «Estoy acostumbrado a que sean verticales. Nunca consideré que podría haber otros a lo largo del plano», agregó.
Diferencias entre las poblaciones de hebras
Varias características permiten diferenciar las poblaciones de hebras descubiertas. En primer lugar, los filamentos verticales son perpendiculares al plano galáctico, mientras que los horizontales son paralelos a este plano, pero apuntan radialmente hacia el centro de la galaxia donde se encuentra el agujero negro. Por otro lado, los filamentos verticales son magnéticos y relativistas (abarcan partículas que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz), sin embargo, los horizontales parecen emitir radiación térmica producto de la aceleración térmica del material en una nube molecular.
Otro elemento que los diferencia tiene que ver con el número de elementos en las poblaciones, pues hay varios cientos de hebras verticales y solo unos pocos cientos horizontales. En cuanto al tamaño, los hilos verticales, que miden hasta 150 años luz de altura, superan con creces el tamaño de los filamentos horizontales, que miden entre 5 y 10 años luz de longitud. Así mismo, mientras los filamentos verticales también adornan el espacio alrededor del núcleo de la galaxia; los filamentos horizontales parecen extenderse hacia un solo lado, apuntando hacia el agujero negro.
Un hallazgo sorprendente y un trabajo no terminado
«Fue una sorpresa encontrar de repente una nueva población de estructuras que parecen apuntar en la dirección del agujero negro», dijo Yusef-Zadeh. «Estaba realmente atónito cuando vi esto. Tuvimos que trabajar mucho para establecer que no nos estábamos engañando a nosotros mismos. Y descubrimos que estos filamentos no son aleatorios, sino que parecen estar vinculados a la salida de nuestro agujero negro. Al estudiarlos, podríamos aprender más sobre el giro del agujero negro y la orientación del disco de acreción. Es satisfactorio cuando uno encuentra orden en medio de un campo caótico del núcleo de nuestra galaxia».
«Creemos que deben haberse originado con algún tipo de salida de una actividad que ocurrió hace unos millones de años», dijo Yusef-Zadeh. «Parece ser el resultado de una interacción de ese material saliente con objetos cercanos. Nuestro trabajo nunca está completo. Siempre necesitamos hacer nuevas observaciones y desafiar continuamente nuestras ideas y reforzar nuestro análisis». El estudio fue publicado este viernes en The Astrophysical Journal Letters.