Tres expresidentes del PRI, dos del PAN y uno de Morena vieron despegar, consolidarse y terminar la carrera criminal de El Chapo Guzmán
Por Ernesto Jiménez
En 1992 y 1993 los reflectores de todos los medios nacionales se volcaron hacia un joven sicario que se enfrentaba a tiros con el Cártel de Tijuana comandado por los hermanos Arellano Félix: se trataba de Joaquín El Chapo Guzmán, quien décadas más tarde se convertiría en el narcotraficante más buscado de todo el mundo.
Las balaceras de la discoteca Christine en Puerto Vallarta y en el aeropuerto de Guadalajara -donde moriría el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo- provocaron que la administración del expresidente Carlos Salinas de Gortari se volcara a la captura de El Chapo Guzmán, misma que terminó ocurriendo en junio de 1993, a unos meses de terminar su sexenio.
Eran los años de gloria del Cártel del Golfo (DCG), presuntamente por una relación que Raúl Salinas Lozano (padre del expresidente) mantenía con Juan Nepomuceno Guerra (fundador del CDG), por lo que el poder del “Jefe de Jefes” (Miguel Ángel Félix Gallardo) se debilitó apenas Salinas de Gortari llegó a la presidencia: el creador del Cártel de Guadalajara fue detenido en abril de 1989, a cinco meses del inicio del sexenio, y con él los hombres a su mando -incluido El Chapo- quedaron relegados a simples jefes de plaza para seguir contrabandeando marihuana y cocaína por las fronteras que no eran ocupadas por el CDG.
El Chapo Guzmán prepara la fuga del siglo
Tras su primera detención, El Chapo Guzmán fue enviado al penal de máxima seguridad en Almoloya de Juárez, Estado de México; sin embargo, para noviembre de 1995 deciden trasladarlo a Puente Grande, Jalisco, donde no sólo corrompe la estructura penitenciaria con sobornos a cada uno de los empleados de la cárcel, también fraguó la su primera de dos fugas.
Fue durante su estancia en Puente Grande -que coincide con el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000)- que el Cártel de Sinaloa comenzó a tomar forma y con la complacencia del gobierno federal, el Chapo Guzmán convirtió al penal en un palacio dónde se movía a su antojo.
Al menos así lo narra el periodista Jesús Lemus en sus libros “Los Malditos 2″ y “El Licenciado”, donde da cuenta que el capo contaba con un teléfono celular, tenía permitido introducir comida del exterior y organizar fiestas con alcohol, música y mujeres; el gran aliado de El Chapo fue Ismael El Mayo Zambada, quien habría entregado jugosos sobornos a Genaro García Luna, entonces coordinador general del Cisen, para garantizar la integridad física de su compadre y amigo en el mundo criminal.
Admirador de Vicente Fox
Apenas había cumplido un mes en el poder Vicente Fox Quesada cuando en todos los medios nacionales se anunciaba la primera gran fuga de El Chapo Guzmán; aunque aún no hay un consenso respecto a lo que en realidad sucedió, son dos hipótesis las más difundidas: escondido en un carrito de lavandería y disfrazado de policía saliendo por la “Puerta Grande”.
En su libro “El Cártel de Sinaloa”, el periodista Enrique Osorno recupera una relación de El Chapo Guzmán con Bertoldo Martínez Cruz, excoordinador de derechos humanos del PRD en Guerrero, acusado de ser guerrillero y compañero de prisión del capo en Puente Grande.
El experredista narró que El Chapo Guzmán era alguien “humanitario”, que se molestaba cuando sus compañeros presos eran golpeados; además de ser “admirador del candidato de las botas”: Vicente Fox.
El Chapo Guzmán y Felipe Calderón
Apenas salió de prisión, El Chapo Guzmán comenzó a librar importantes guerras contra sus excompañeros criminales, siendo los primeros en la lista a “eliminar” los hermanos Arellano Félix; luego siguió el Cártel de Juárez, Los Zetas, El Cártel del Golfo y los hermanos (sus primos) Beltrán Leyva.
Sin embargo, no fue hasta el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa que el Cártel de Sinaloa, de la mano de Genaro García Luna, consiguió convertirse en la principal organización criminal del país, dirigida por un hombre (El Mayo Zambada) que no ha pisado la cárcel y por otro (EL Chapo Guzmán) que se encontraba prófugo de la justicia.
El show de El Chapo con Peña Nieto
El regreso del PRI a la Presidencia de México llegó también con la recaptura de El Chapo Guzmán. El 2 de febrero de 2014 se anunció con bombos y platillos la detención del narco más buscado en el mundo y supuesto líder máximo del Cártel de Sinaloa.
Sin embargo, la emoción duró poco pues en julio de 2015 El Chapo Guzmán logró construir un túnel de 1.5 kilómetros de largo que pasaba por debajo de una de las cárceles de “mayor seguridad” del país: El Altiplano. El Chapo Guzmán volvía a burlarse de la justicia mexicana, pero antes de que terminara su sexenio, Enrique Peña Nieto logró capturarlo por tercera vez y, antes de que se inventara otro escape de película, lo entregaron en extradición a Estados Unidos.
AMLO y El Chapo Guzmán
Recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido señalado de haber recibido presuntamente sobornos de manos de exintegrantes del Cártel de Sinaloa -según investigaciones de la periodista Anabel Hernández- que ahora fungen como testigos protegidos para las autoridades estadounidenses.
Al actual presidente también se le ha criticado por sus constantes viajes a Badiraguato, lugar de nacimiento de El Chapo Guzmán y de saludar, abrazar y recibir una carta de su madre, Consuelo Loera; también se le cuestiona la liberación de Ovidio Guzmán (hijo de El Chapo).
Ya sentenciado a cadena perpetua, los abogados de Guzmán Loera hicieron llegar una petición de éste a AMLO, para que “intercediera” por él y acabara con el tormento psicológico que vive en la cárcel dónde cumple su condena, a lo que el Presidente respondió que revisarán la petición del exlíder del Cártel de Sinaloa para que cumpla su pena en una cárcel mexicana, de las que se fugó dos veces.