Abandonados por los visitadores de la Comisión de Derechos Humanos de Hidalgo.
Antes de llegar a Hidalgo, presuntos agentes del INM, los cuales estaban encapuchados, subieron a un tren de carga en el que viajaban y fueron obligados a bajarse al llegar a Tlaxcala.
Por Juan Ricardo Montoya
Una caravana de más de 600 migrantes originarios de países de Centroamérica, Suramérica y el Caribe acamparon en la antigua estación de trenes del municipio de Apan, Hidalgo, tras ser forzados por los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) a abandonar el estado de Tlaxcala la madrugada del lunes. Los visitadores de la Comisión de Derechos Humanos de Hidalgo, a cargo de la «ombudsperson» Ana Karen Parra, brillaron por su ausencia.
Los migrantes, entre los que hay familias completas, son originarios de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. También hay de países de Sudamérica como Colombia, Venezuela, Ecuador y Chile, así como de Haití.
De acuerdo con Genia Melisa Martínez, joven jefa de familia de Honduras, quien viaja con sus dos pequeños hijos rumbo a Estados Unidos en busca del «sueño americano», relató que ella y los otros migrantes iniciaron la marcha a pie a inicios de marzo en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
A lo largo de ese lapso, con sólo algunas de sus pertenencias y un poco de dinero, han recorrido dos mil 200 kilómetros, la mayor parte a pie. Dijo que, con penurias, lograron llegar a Puebla, donde tras acampar por varios días se subieron a un tren de carga del que fueron bajados al llegar a Tlaxcala por presuntos agentes del INM, los cuales estaban encapuchados. Otros migrantes aseguraron que los intentaron engañar al decirles que los iban a llevar en autobuses a Tamaulipas. Pero al notar que pretendían engañarlos para que accedieran a ser introducidos en vehículos del INM, para según sospecharon, llevarlos a una estación migratoria, optaron por rechazar la oferta, lo que hizo enojar a los elementos del INM, quienes les dijeron que no podían permanecer en Tlaxcala.
Bajo ese contexto, a lo largo del domingo caminaron por la vía del ferrocarril México-Veracruz acompañados por elementos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional. A diferencia de los agentes del INM, aseguraron que los militares y guardias nacionales los cuidan y los protegen.
El contingente era encabezado por un migrante de origen caribeño que cargaba una enorme cruz de madera que aseguran fue bendecida al momento en que ingresaron a México y la cual los ha librado de todo mal. Así, la tarde del domingo llegaron a San Isidro Tetlapayac, municipio de Almoloya, Hidalgo, donde descansaron por algunas horas y recibieron apoyo de organizaciones de la sociedad civil.
Después, en el mismo domicilio, reiniciaron la marcha, la cual terminó por la madrugada en la vieja estación ferroviaria de Apan, municipio enclavado en el altiplano hidalguense. Aunque la estación ha sido convertida en museo, por la vía siguen pasando trenes de carga, lo cual desde hace décadas es aprovechado por los migrantes para subirse en algún vagón con el riesgo de caer sobre la vía y sufrir la mutilación de las piernas o brazos, o de morir.
En los andenes, los migrantes colocaron algunas tiendas de campaña, así como cobijas donde descansan de las largas caminatas. A lo largo del lunes recibieron paquetes de botellas de agua, refrescos, alimentos, ropa, zapatos y hasta juguetes para los niños que de forma generosa les llevan vecinos de la cabecera de Apan y otros poblados, así como organizaciones de la sociedad civil.
Paramédicos voluntarios se presentaron en el campamento para curarles las lesiones que han sufrido durante las extenuantes caminatas de hasta doce horas continuas, así como de alguna enfermedad que pudieran sufrir. En contraste, no ha habido ninguna clase de apoyo del gobierno morenista de Hidalgo ni del municipio de Apan, ni mucho menos de diputados locales o de los senadores. Tampoco de los candidatos a cargos de elección popular.