AMLO respalda a Arturo Zaldívar pese a acusaciones

AMLO desestimó las acusaciones contra el expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y actual asesor de Claudia Sheinbaum.

AMLO insistió también en la «autoridad moral» que dice tener sobre sus adversarios y sobre quien critica las decisiones de su gobierno.

Durante la conferencia, AMLO llamó a que los mexicanos evitemos viajar a Medio Oriente por la situación de conflicto actualmente en curso ahí.

Los Ángeles Press

Como ya es costumbre, este lunes 15 de abril, la actividad matutina de la Presidencia de la República se centró en la defensa de las decisiones tomadas por Andrés Manuel López Obrador, sin reparar en las consecuencias o las razones que pudieran poner en duda la pertinencia de esas decisiones.

El titular del ejecutivo federal se volcó en una defensa a ultranza de quien fue, hasta unos meses, ministro y antes incluso presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el queretano Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

El ahora asesor de la candidata a presidente Claudia Sheinbaum y que fuera nominado a la Corte por Felipe Calderón Hinojosa, fue acusado -una vez más- apenas el viernes de la semana pasada de traficar influencias para acomodar los fallos del Poder Judicial de la Federación al gusto del Poder Ejecutivo, es decir de Andrés Manuel López Obrador, como se informó puntualmente en Los Ángeles Press.

La paradoja, sin embargo, es que la defensa de López Obrador haya invocado a Calderón Hinojosa acusando al expresidente del periodo 2006-12, a quien doce años después culpa de todos los males que aquejan a su gobierno justamente de hacer con Zaldívar Lelo de Larrea lo mismo de lo que ahora se les acusa a ambos.

López Obrador descalificó la acusación contra el asesor de la candidata a la presidencia de su partido como interesada y, como ya es el patrón conocido, esa defensa abundó en adjetivos para descalificar a sus adversarios, pero careció de alguna evidencia que la haga creíble.

De Zaldívar Lelo de Larrea dijo, poco después de las ocho y veinte, que «tiene todo nuestro apoyo, nuestro respaldo, nuestra confianza. Es un abogado integro y un exmiembro del Poder Judicial y de la Corte que actuó con rectitud»

Después de todo, el Salón Tesorería es el campo de los sueños en que las reglas de terreno las fija López Obrador y no hay modo, ahí, ni de refutar ni de señalar las inconsistencias de su argumentación.

Como también es frecuente, López Obrador insistió en presentarse como dotado de algún tipo especial de “autoridad moral” que, sin embargo, él parece hacer equivalente a la popularidad.

En la lógica del inquilino de Palacio Nacional, Narendra Modi, el líder de India, que violenta siempre que puede y tanto como puede, los derechos humanos de las minorías étnicas, religiosas y políticas de la nación asiática, como lo documenta este reporte de Amnistía Internacional en inglés, tiene incluso más “autoridad moral” que la de López Obrador, como también sería de suponerse que la tiene Javier Gerardo Milei que, como Modi, registran más alto en el “aplausómetro” que López Obrador usa como vara para medir la “autoridad moral” a escala global.

La alegada “autoridad moral” fue el pretexto que López Obrador usó para cargar contra Guillermo SheridanManuel López San Martín y, de manera más general, contra cualquiera que en los medios exprese una opinión o punto de vista distinto al que sostiene la presidencia de la República.

Parecería, en ese sentido, que en México la única manera de tener razón es si se está de acuerdo con lo que López Obrador diga desde su tribuna.

 
Captura de pantalla de la transmisión oficial del 15 de abril de 2024.

Fue así como, por ahí de las ocho y media de la mañana, López Obrador volvió a mostrar su enojo con el hecho que el Poder Judicial otorgue amparos en casos como el de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos hace ya diez años.

Parecería que en un universo que operara según las reglas del actual presidente de México, debería bastar con que un fiscal o ministerio público acusara a alguien para que esa acusación se convirtiera en sentencia, pues el amparo en México y otros países de América Latina, como el habeas corpus en otros países, es sólo un mecanismo de defensa, no es una carta que garantice impunidad a quien lo obtiene.

¿Qué tendría que ocurrir en México para que el presidente no se mostrara tan enojado porque un juez otorga un amparo? ¿Eliminar de plano y para siempre ese mecanismo de defensa? ¿Alguien en el actual gobierno habrá hecho el cálculo de la cantidad de camas que debería haber en el sistema penitenciario mexicano si es que se cumpliera el deseo de López Obrador de que no se otorgaran amparos que contradigan lo que los fiscales dicen?

Aunque en la lógica de López Obrador, Zaldívar Lelo de Larrea es una más de las muchas víctimas de los medios de comunicación en México, ¿qué debería hacer si se llegara a iniciar un proceso en su contra? ¿Debería aceptar lo que digan quienes le acusan sin recurrir a medios de defensa como el amparo?

En otros asuntos, en al menos dos ocasiones López Obrador se refirió al conflicto en Medio Oriente. Primero para insistir en la recomendación hecha por la Secretaría de Relaciones Exteriores de no viajar a la zona de conflicto y, en otro más, para hacer un llamado a que se resuelvan los conflictos por medio de negociaciones.

También reconoció el esfuerzo del piloto del helicóptero privado que se desplomó en territorio de la alcaldía Coyoacán de la Ciudad de México para no caer en una zona densamente poblada.