El fentanilo es un opioide sintético mortal 50 veces más potente que la heroína.
Son tantas las personas en Estados Unidos que han muerto recientemente tras consumir la droga que las autoridades de ese país aprobaron la venta sin receta médica de naloxona, un fármaco que revierte la sobredosis.
Pero el rastro de destrucción que está dejando el fentanilo no comienza en EE.UU., sino más al sur, en Manzanillo, México.
Este hermoso pueblo costero en la costa del Pacífico mexicano se dio a conocer en todo el mundo en la década de 1970, cuando Bo Derek corrió por sus playas de arena en la película de Hollywood «10» (1979).
Pero hoy vive a la sombra de la violencia de los carteles.
Manzanillo alberga el puerto más grande de México y el tercero más activo de América Latina: el año pasado llegaron casi 3,5 millones de contenedores de todo el mundo.
Por sus muelles pasa todo tipo de carga, incluidos productos químicos que provienen principalmente de China e India y que se utilizan para producir los ingresos más lucrativos del crimen organizado: drogas sintéticas como el fentanilo.
Como resultado, el puerto se ha convertido en el punto de origen de un gran número de delitos de sangre y conflictos que se multiplican en el estado de Colima, en México.
Corrupción endémica
En 2022, este pequeño estado tenía la tasa de homicidios per cápita más alta de México como escenario de la lucha entre los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación por el control del territorio.
«Recientemente decomisamos cloruro de propionilo que se usa en la síntesis de fentanilo. Ese es uno de los muchos químicos que vemos entrar a Manzanillo», asegura el comandante naval a cargo de la seguridad en el puerto, quien debe permanecer en el anonimato por razones de seguridad.
Para intentar reducir la corrupción endémica que facilita el crimen organizado en el país, el gobierno de México puso a la Armada a cargo de todos los puertos marítimos en 2021.
Ahora, todos los trabajadores del puerto de Manzanillo y las empresas que comercian productos químicos son monitoreados mediante un sofisticado sistema de controles.
Hay un obstáculo: algunos ingredientes se utilizan legítimamente para la fabricación de productos agroquímicos y farmacéuticos.
Esto significa que existen controles estrictos en el papeleo y que el personal naval realiza pruebas en los envíos de productos químicos para asegurarse de que se ajustan a los requerimientos.
También hay un perro rastreador, un pastor belga que fue un regalo de la embajada de EE.UU., que ha sido entrenado para encontrar pastillas o polvo de fentanilo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, generó titulares recientemente tras afirmar que México no produce ni consume fentanilo.
Pero se han descubierto y desmantelado «laboratorios» improvisados en Ciudad de México y en los estados de Nuevo León y Sinaloa, en el norte del país.
La «zona cero» del fentanilo
En el estado de Baja California, la policía allanó el año pasado dos propiedades en Tijuana, donde encontró grandes cantidades de pastillas y polvo de fentanilo, con prensas hidráulicas para producir tabletas.
Tijuana es una ciudad con altos índices de violencia cerca de la frontera con Estados Unidos.
Se ha convertido en la «zona cero» del fentanilo, un importante centro para el tráfico de la droga hacia California, en EE.UU., y para uso local.
«Está matando a todos, a todos mis amigos», asegura Smiley, un adicto al fentanilo que vive en las calles de la ciudad.
Cientos, quizás miles de personas viven a la intemperie alrededor del canal del río Tijuana, una estructura de cemento que atraviesa el corazón de la ciudad.
Muchos son adictos a las drogas y muchos de los que tienen una sobredosis no siempre saben que han consumido fentanilo.
Revividos con naloxona
Debido a lo potente que es, una pequeña dosis de fentanilo puede causar la muerte. Y en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos se está cortando con otras drogas como la cocaína, la heroína y la metanfetamina.
Smiley estima que ha visto a más de 20 personas sufrir una sobredosis, pero las ha revivido a todas usando naloxona, un aerosol nasal medicado que puede revertir una sobredosis de opioides.
La naloxona ahora está ampliamente disponible en EE.UU. Pero en México aún se necesita una receta médica para adquirirla: Smiley obtiene su suministro gracias a una organización benéfica local.
No son sólo las personas sin hogar las que se ven afectadas.
En 2022, la Cruz Roja Mexicana recibió un promedio de 60 llamadas al mes por sobredosis en Tijuana. Las víctimas eran personas de todo tipo.
Ha habido múltiples casos de sobredosis, pero no se sabe con exactitud cuántas muertes relacionadas con el fentanilo han ocurrido porque esas estadísticas no se recopilan en México.
La lucha por Tijuana
Mientras tanto, los carteles luchan por controlar las calles de Tijuana.
La situación es tan extrema que cada cuadra o calle puede estar a cargo de un grupo criminal diferente.
La competencia por controlar la venta de drogas es violenta y sangrienta. Solo en enero hubo 156 asesinatos en Tijuana, una ciudad de poco más de dos millones de habitantes.
El fentanilo contribuye a la inseguridad, y las ganancias de su venta son enormes. Se estima que este opioide sintético se puede fabricar por una centésima parte de lo que cuesta producir heroína.
Los carteles ya no necesitan controlar comunidades rurales en México ni tierras para cultivar amapolas; solo tienen que asegurar el acceso a productos químicos y contratar a alguien con los conocimientos para fabricar fentanilo.
Y debido a que es tan fuerte, es un narcótico que es rentable en pequeñas cantidades, y lo es incluso mucho más cuando se contrabandea a EE.UU., donde su precio puede ser hasta 10 veces más alto.
De Tijuana a EE.UU.
April Spring Kelly actualmente está cumpliendo una larga sentencia después de admitir que traficó casi medio millón de pastillas de fentanilo y otras drogas de Tijuana a EE.UU. en 2018.
«Me ponía una faja, que te adelgaza y se pone debajo de la ropa, y allí metía (las pastillas de fentanilo)», le dice April Spring Kelly a la BBC desde una prisión federal de Estados Unidos.
Otras veces traficaba la droga en auto.
Como muchos estadounidenses, la joven se había vuelto adicta a los analgésicos opiáceos, pero luego recurrió a la heroína producida por los carteles mexicanos cuando los medicamentos recetados se volvieron más difíciles de obtener.
Para financiar su adicción, alquiló un apartamento en Tijuana y comenzó a traficar pastillas de fentanilo para el crimen organizado a través de la frontera hacia San Diego.
El año pasado, 70.000 estadounidenses murieron por una sobredosis de drogas asociada con un opioide sintético como el fentanilo.
April Spring Kelly vive con un inmenso pesar: una de las pastillas de fentanilo que traficó terminó causando la muerte de un bebé.
«Es horrible. Y odio haber tenido un papel en ello», confiesa.
La frontera entre México y California es el lugar donde se confisca más de la mitad del fentanilo en EE.UU.
April Spring Kelly fue capturada en el puerto de entrada de San Ysidro, por donde cruzan hasta 120.000 personas en un solo día.
Una vez que se cruza la frontera de Tijuana en San Ysidro, un viaje de 40 minutos en tranvía te lleva hasta el centro de San Diego.
En 2021, 814 personas fallecieron por alguna causa relacionada con el fentanilo en el condado de la ciudad, es decir, más de 15 sobredosis fatales por semana en una población de poco más de tres millones de personas.
«En los últimos dos años, ha habido tantas personas que han muerto que no podríamos mantener el ritmo si les hiciéramos autopsias a todas», explica el médico forense jefe del condado, Steven Campman.
«Si hiciéramos autopsias a todas las personas que sufrieron una sobredosis, tendríamos que contratar a cuatro nuevos patólogos», agrega.
Consecuencias incalculables
Las consecuencias del fentanilo son incalculables, no solo para los familiares en duelo, sino también para los profesionales de la salud y los agentes policiales.
«En cuatro años, trabajé [analizando el origen de]486 muertes«, afirma Ed Byrne, un agente especial de investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
«Son muchas escenas a las que vas, son muchos cuerpos».
Desde 2018 hasta el año pasado, Ed Byrne recolectó evidencia de los lugares donde murió gente por sobredosis para tratar de identificar a los narcotraficantes que suministraron la droga.
«Puedes pasar de una tienda de campaña en la que vive una persona sin hogar a casas de US$10 millones», asegura.
Y algunas de esas escenas de muerte se le han quedado grabadas. «Están como congeladas en el tiempo, son como pinturas en tu cabeza».
Son demasiadas fotografías de vidas perdidas.
Y mientras los carteles mexicanos continúan fabricando y exportando fentanilo, no se vislumbra el final de una tragedia que sigue avanzando en México y Estados Unidos.
Fotografías de Tim Mansel