Durante seis años, el grupo criminal aprovechó la tecnología para obtener ‘mensajeros’ en el remoto territorio estadounidense
Por Baruc Mayen
El 30 de agosto de 2024, el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció una sentencia de 28 años de cárcel para Miguel Báez Guevara, alias ‘Javi’, un lugarteniente del Cártel de Sinaloa que generó ganancias por millones de dólares a través del tráfico de drogas desde México hasta Alaska.
Con su liderazgo, el grupo delictivo fundado por Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán e Ismael ‘El Mayo’ Zambada logró expandir sus operaciones a la zona más remota de EEUU.
Acorde con las investigaciones de la Administración de Control de Drogas (DEA), Báez Guevara —de nacionalidad estadounidense— aprovechó las redes sociales para engañar a sus connacionales en Alaska y engrosar las filas de su red criminal.
Los trabajos de inteligencia encabezados por la Fuerza de Tarea de Control de Drogas contra la Delincuencia Organizada (OCDETF, por sus siglas en inglés) exhibieron que ‘El Javi’ y sus socios pusieron la mira en Alaska porque la gran distancia respecto a las fuentes de suministro en México se traducía en un sustancioso incremento en sus ingresos por venta de drogas.
La acusación emitida por la Corte de Distrito de Alaska detalla que la organización de Báez Guevara comenzó a traficar heroína, metanfetamina y cocaína directamente desde México hacia Alaska en el año 2016.
‘El Javi’ y sus asociados crearon múltiples cuentas falsas en redes sociales para contactar a personas alasqueñas. Según documentos judiciales consultados por la periodista Laura Sánchez Ley, de Milenio, utilizaban nombres como Omar o Alejandro para acercarse a sus potenciales víctimas.
Los expedientes apuntan que Miguel Báez contactaba primordialmente a mujeres en Alaska, con quienes entablaba una ficticia relación de amistad. Una vez que se ganaba su confianza, les ofrecía viajes todo pagado a México.
Posteriormente, ‘El Javi’ le ofrecía a sus nuevos reclutas dinero y droga a cambio de viajar a tierras aztecas para recoger cargamentos de narcóticos y llevarlos hacia Alaska. “A los mensajeros se les pedía compartir fotografías de sus licencias de conducir, así como otros datos personales”, se lee en un reporte del Departamento de Justicia.
Asimismo, ‘El Javi’ y sus cómplices lanzaban severas amenazas en contra de sus víctimas, en las que advertían violentas repercusiones contra quienes robaran drogas al grupo criminal o a quienes contactaran a las autoridades.
Los mensajeros reclutados por Báez viajaban en pequeños grupos a México para recolectar pequeños cargamentos, de alrededor de 250 gramos de droga. En su regreso hacia Alaska, cada agrupación era supervisada por un cabecilla de la organización. Una vez en Alaska, otro miembro de la red criminal recibía las sustancias ilícitas y les pagaba a las ‘mulas’ por el trabajo.
En ese punto, los traficantes callejeros en Alaska contactaban al ‘Javi’ a través de aplicaciones de mensajes encriptados para coordinar la venta y la distribución de las ganancias. A lo largo de los seis años que operó el entramado delictivo, Báez Guevara no pisó suelo estadounidense por temor a ser detenido.
Desde su juventud, ‘El Javi’ se involucró en actividades como tráfico de drogas y portación de arma de fuego, delitos por los que fue investigado e incluso encarcelado en EEUU. En 2014, después de haber pagado una fianza de 50 mil dólares, huyó a México. Fue hasta septiembre de 2021 que autoridades migratorias lo detuvieron en Sonora y, poco después, lo deportaron a EEUU para enfrentar a la justicia.