El morenista Jorge Cedillo Guevara lanzó una botella de plástico a López Obrador en una simulación de atentado en el puerto de Veracruz.
López Obrador se burla de los trabajadores del Poder Judicial en Veracruz tras librar el golpe de una botella de agua lanzada por uno de sus morenistas desde el grupo de manifestantes.
Mientras López Obrador busca evadir la cárcel de Nueva York.
Por Mario Luis Altuzar Suárez
Nos acechan siete días de oscuridad moral. ¿La causa?: Le gana el temor de ir a una cárcel neoyorquina y perder toda la herencia a los hijos al sueño de coronarse emperador en la sombra palaciega. Se presentó el presagio en el Puerto de Veracruz. Uno de sus fieles le lanzó una botella de agua. Un indicio de que el candidato al basurero de la historia ¡está dispuesto a todo! Siempre y cuando, no le peguen para renacer de un milagro.
Hay antecedentes históricos: Luis Echeverría Álvarez quiere difuminar su responsabilidad de la Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 y del Halconazo el Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971 y, “con la conciencia tranquila” decide ir a inaugurar el inicio de cursos de la UNAM el 14 de marzo de 1975.
Un día antes, el Estado Mayor tomó el auditorio de la Facultad de Medicina y el acto “fue saboteado por un grupo de alumnos”, según la óptica de Guillermo Soberón Acevedo, Rector de la UNAM de 1973 a 1975. Cuando reclamó a la “gritería anónima, no es valiente”, sonaron cristales rotos y pedradas en donde un pedazo de tepalcate le rozó. Sangró, regresó a Los Pinos, se dio un ‘regaderazo’ y continuó trabajando, según dijo.
Otro antecedente: «Sentí la bala desgarrando mi piel», dijo Donald Trump, candidato presidencial Republicano, al balazo que le perforó la oreja derecha el sábado 13 de julio del 2024, a una distancia de 200 metros por el tirador inexperto Thomas Matthew Crooks. Su campaña en declive, remontó por el “milagroso” renacimiento en la localidad de Butler, en Pensilvania.
La coincidencia doctrinaria de un rancio populismo basado en provocar actos violentos, esconder la mano y manipular los hechos “fallidos” a su favor, podría remontarse, incluso, al 20 de julio de 1944 en el intento fallido de asesinar a Adolf Hitler, este sí, un complot de conspiradores civiles y militares que deseaban derrocar al régimen nazi y negociar el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya la sentían perdida.
Un rosario de auto atentados, menos el alemán, en donde las víctimas salen ilesas. Recordemos el 5 de febrero de 1930, cuando Pascual Ortiz Rubio fue herido superficialmente por Daniel Flores González, al salir de Palacio Nacional en donde presentó a su gabinete, bajo presiones del “Jefe Máximo de las Instituciones, Plutarco Elías Calles. El “pistolero” guardó silencio, empero, fue asesinado en su celda el 23 de abril de 1932.
Ahora, el señor Andrés Manuel López Obrador, los reciben los trabajadores del Poder Judicial con el grito de “Dictador” y se burla al alzar los brazos y reírse, en el momento en que esquiva, «milagrosamente» y con excelentes reflejos a sus 70 años, una botella de agua que le lanzó Jorge Cedillo Guevara, en Política Regional de MORENA en el Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez y antes fue Enlace Distrital de MORENA.
Gracias a las benditas redes sociales se identificó al “agresor” que pretendía culpar a los manifestantes del Poder Judicial con la complicidad de los medios impresos, electrónicos y digitales, se desvía el centro de atención del responsable en un escenario totalmente controlado por marinos guardia nacional y militares, incluso, con la asistencia de brigadas urbanas de la tercera edad para contener a los manifestantes.
Sin embargo, es un indicio claro y altamente peligroso para los mexicanos, de que tienen preparado un intento de magnicidio para mostrarlo como el Renacido para enfrentar la maldad de los conservadores y, tener argumentos ficticios pero manipulables, que le permitan una persecución de críticos y adversarios. ¡Una cacería de brujas!
Con las pautas publicitarias y la jauría de 15 millones de sicarios digitales que manejan de cuatro a cinco cuentas cada uno, piensa que podría consolidar la muerte de la República Democrática con la destrucción de las instituciones y su prometido cambio de régimen hacia una caricatura de socialismo precarizado de 130 millones de mexicanos.
Sería lo único porque, en su profunda cobardía, es difícil que piense en un exitoso atentado que le facilite la evasión carcelaria neoyorquina, a 4 mil 707.4 kilómetros, con todo y sus 150 mil pretorianos de la militarizada Guardia Nacional, si consideramos que el Ejército mexicano ha conspirado en más de 200 golpes de Estado.
Empero, ese pánico del hombre gris de Palacio, le lleva a crear escenarios de profunda oscuridad mortal en los últimos siete días de su mandato formal, para iniciar el informal desde la sobra en que haga gesticular a su Encargada de Despacho, las órdenes de su destructiva doctrina. Solo nos queda orar por la protección personal, familiar y de todos los mexicanos.