Crisis en el Cártel de Sinaloa tras la detención del Mayo Zambada

México lanza mensajes al narco diciendo que no tuvo nada que ver, mientras se dan los reacomodos del Cártel de Sinaloa tras el arresto del Mayo Zambada.

El asesinato de Héctor Melesio Cuén, exalcalde de Culiacán, carnada y pieza clave de la detención del Mayo Zambada.

Por Alfredo Griz

La DEA, el FBI, y el ICE, además de Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán, fueron los que presuntamente en realidad atraparon al Señor del sombrero, Ismael Zambada, alias El Mayo Zambada. La traición de Joaquín Guzmán fue clave para que después de cinco décadas de evadir la justicia las autoridades estadounidenses pudieran aprehender al narcotraficante número uno del mundo.

Tras pagar un millón de dólares mensuales a autoridades mexicanas para su protección y garantizar su seguridad en México, el narcotraficante El Mayo Zambada vivía a sus anchas y a todo lujo en el conocido Triángulo Dorado, que comprende los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua. Ismael Zambada no tenía problema alguno en esa región del norte de México. Todos sabían que estaba ahí; el Gobierno de México, el Ejército Mexicano, la Fiscalía General de la República, autoridades estatales y municipales conocían sus movimientos, pero recibían dinero por hacerse de la vista gorda para seguir protegiendo al narcotraficante más buscado del mundo.

Los acuerdos a los que la familia Guzmán Loera habría llegado con las autoridades americanas hicieron que entregaran a Ismael ‘El Mayo’ Zambada, quien habrá que ver si le hace compañía a su hijo Vicente Zambada Niebla, alias El Vicentillo, o se convierte en testigo protegido y, de esta forma, las autoridades estadounidenses logran desarticular esta poderosa organización criminal que tiene presencia mundial.

Es evidente la protección brindada del Gobierno de México a esta organización criminal. Mucho se ha escrito al respecto. A todas luces, es ampliamente conocida la venia presidencial para que, sobre todo, el Cártel de Sinaloa opere en este sexenio a toda máquina y con toda impunidad. Los intrincados vericuetos políticos que se tejen en la República Mexicana hicieron que el Cártel de Sinaloa patrocinara parte de las campañas presidenciales de quien hoy gobierna México, de ahí su venia y protección. Sin embargo, ese escenario político se complica por las reacciones del Gobierno de México, que sin pies ni cabeza ha dado declaraciones como palos de ciego. Por obvias razones y toda la protección que le han proporcionado a los cárteles, no fueron notificados del operativo que habían armado durante más de un año para poder detener al Mayo Zambada.

La DEA, que encabezó la operación junto a otras agencias de seguridad estadounidenses, ya había intentado acceder al corazón del Cártel de Sinaloa para poder contener los masivos envíos de fentanilo que tanto están lacerando la salud pública en el vecino país del norte. Según información recabada por el senador republicano Chuck Grassley, los dos cooperantes (presuntos delincuentes que aportaron información a cambio de beneficios) dieron datos para la investigación sobre la red de «Los Chapitos», contra la cual el Departamento de Justicia de EE.UU. dio a conocer en abril de 2023 una acusación criminal en Nueva York por tráfico de fentanilo. Los presuntos ejecutados eran conocidos como «cooperadores», lo que para el sistema estadounidense significa alguien que mantiene contacto con un fiscal y acepta colaborar para obtener beneficios en sus procesos judiciales, es decir, presuntos delincuentes que aportan información para fortalecer un caso.

Desde la ejecución de sus informantes en Sinaloa y tras la detención de Ovidio Guzmán, la DEA cerró el cerco para detener al Mayo Zambada. Cabe recordar que el Chapo Guzmán fue quien traicionó al Mayo y colaboró con la detención de su hijo El Vicentillo. Ahora, fuentes internas al caso en la corte de Nueva York señalan que Ovidio traicionó al Mayo Zambada y pactó la entrega de su hermano para obtener beneficios, de los cuales aún no se sabe cuáles serán en realidad. Lo que sí queda claro es que no fue una detención, sino una entrega pactada la de Joaquín Guzmán López y, literal, un rapto la del Mayo Zambada.

 
La Comisión Nacional de Seguridad de México muestra bolsas de drogas ilegales, incluyendo 100 libras (45.5 kilogramos) de fentanilo, según las autoridades, dentro de un vehículo utilitario deportivo después de que la policía detuviera el automóvil por una placa delantera faltante cerca de Ensenada, Baja California, México, el 25 de enero de 2018. Foto: AP, archivo.

El hijo del Chapo Guzmán engañó al Mayo Zambada y lo retuvo contra su voluntad para entregarlo de forma pactada en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas. Es evidente que todo esto fue un acuerdo con la DEA. También resalta que se mantuvo en total sigilo para que el Gobierno de México no interviniera y se pudiera fugar el Mayo Zambada. La DEA, que si bien junto al FBI y el ICE organizaron todo el operativo de la entrega, no tuvo que mover a sus activos en la República Mexicana. La tarea y trabajo sucio lo realizó el mismo Cártel de Sinaloa.

La traición de Joaquín Guzmán López ha encendido las alarmas en Sinaloa ante la posibilidad de una guerra intestina entre las dos facciones prominentes: la dirigida por El Mayo y la comandada por Los Chapitos, hijos de El Chapo. Ahora el Cártel de Sinaloa en todo el país “está en alerta roja” ante la posibilidad de una “venganza”. De acuerdo con fuentes precisas, El Mayo Zambada había acudido de Culiacán para una cita médica para tratarse un cáncer y para reunirse con Guzmán López y Héctor Melesio Cuén, exalcalde de Culiacán, que fue asesinado el mismo jueves, horas después del arresto de ambos capos.